Historias para Sanar

Cuidarnos a través de historias

El otro día me tomaba algo con mis amigas después del trabajo.

Terraza, aire libre y mucha charla para soltar las emociones acumuladas del día. Estos momentos entre semana se han vuelto muy importantes.

Hablamos de todo, de los altibajos del trabajo, o de esas pequeñas preocupaciones que a veces se hacen gigantes. Nos desahogamos y nos animamos para irnos a casa a dormir y enfrentarnos al día siguiente a una nueva jornada laboral, pero esta vez con mucha más energía.

Admito que no siempre es fácil encontrar ese espacio. Llegamos cansadas y siempre tenemos en la cabeza una lista interminable de pendientes por hacer. Pero dedicar este rato a nosotras mismas es un acto de cuidado. Nos recarga y nos sana.

Tocó hablar de mi trabajo, de mis proyectos y de mis sueños. Pero también salió un tema muy recurrente:

—“Tiene que ser duro escuchar las desgracias de tanta gente” —decía mi amiga Claudia.

Y sí, es duro. Es duro ver a alguien sufrir, pensar que otra persona le ha hecho daño o enfrentarte al dolor que arrastran. Es especialmente duro cuando llevas mucho tiempo acompañando a un paciente y has llegado a conocerle de verdad, a conectar.

Pero, ¿sabes qué? También es profundamente gratificante.

Escuchar el malestar de otros (prefiero llamarlo así) me ha enseñado muchísimo.

Me ha ayudado a ver más allá de mi pequeña burbuja. A veces vivimos atrapados en nuestra propia realidad, sin darnos cuenta de cuánto hay fuera de nuestro alcance. Esto no significa invalidar lo que sentimos, sino aprender a relativizar, a ver las cosas desde otra perspectiva, a dar gracias por lo que sí tenemos.

  • “Está bien, pero, ¿no estás minimizando tus emociones así?, me preguntaba Elena

Y tiene razón en parte. Aprender a relativizar no significa que tu dolor sea menos importante. Es como ajustar un objetivo de cámara: de pronto, enfocas con más claridad. Entiendes que ese problema que parecía insuperable puede tener solución, o que aquello que no puedes cambiar quizá no merece tanto peso en tu mochila emocional. Y empiezas a ver lo que tienes, a valorar lo que sí funciona, a encontrar pequeñas razones para agradecer.

Relativizar no invalida, pero sí equilibra. Y en ese equilibrio es donde muchas veces encuentras paz.

Y, sobre todo, me ha enseñado que, incluso en medio del dolor más profundo, las personas tienen una fuerza increíble para salir adelante.

Esa conversación con mis amigas me dejó pensando:
Si reflexionar sobre esto me ayuda tanto a mí, ¿podría ayudar a otros también?

De esa pregunta nace este blog: Historias para sanar.

Será un espacio donde compartiré pequeñas historias y aprendizajes que he vivido a lo largo de mi experiencia como psicóloga. Historias que quizás te ayuden a ti, que estás leyendo esto, a sentirte menos solo, a encontrar un poco de claridad, o simplemente a saber que hay soluciones. Que incluso en los días más oscuros, hay esperanza.

Bienvenido a Historias para sanar. Nos vemos pronto.

Con cariño,
Belén

Historias recientes

Lola y la trampa del amor incondicional

Lola pasó ocho años atrapada en una relación donde el amor y el dolor parecían ir siempre de la mano. Aunque estaba rodeada de manipulación y abuso emocional, ella seguía creyendo que su amor podía cambiarlo.

La herida invisible de Pepa

Pepa tiene 29 años, una sonrisa tímida y unos ojos que, aunque inquietos, parecen estar a punto de desbordarse, como si guardaran una tormenta contenida.

Cuidarnos a través de historias

El otro día me tomaba algo con mis amigas después del trabajo. Terraza, aire libre y mucha charla para soltar las emociones acumuladas del día.

Categorías
Archivos
Contáctame
Belén Piñeiro
Iniciaremos el proceso de sanación en mi entorno seguro rellenando el siguiente formulario o desde mis redes sociales
Email

enterapiaconbelen@gmail.com